El olor era espeso, muy denso. No el aire, el olor.
En la colchoneta, detrás de la cortina, dos o tres parejas se mezclaban. Una de las mujeres gemía artificialmente, tal vez era una forma de incentivar a sus compañeros, no lo se.
Estuvimos un rato ahí mirando, solo eso.
Mas allá, en un rincón, una chica flaquita vestida de negro le chupaba la pija a un pelado, mientras otro la cogía.
Nos quedamos un rato mirando. Un pibe se paro al lado nuestro a mirar también, y empezó a pajearse.
Baby me acerco a él y empecé a tocarlo. Me gustaba su pija. Era grande y dura.
No me besaba, me chupaba, me mordía, me lamia, pero no me besaba.
Un rato después, no mucho después, me sacaba la ropa y me inclinaba sobre un sofá. Baby había desaparecido.
Mientras él me cogía por otras, sentí una boca sobre la mía. Me gustó. Me besaba, húmedo, fuerte. Es maravilloso como una mujer sabe perfectamente que hacer para que otra mujer estalle. Ella sabia y lo hizo.
Mientras me tocaba las tetas se acercaba a mi oído y me preguntaba si estaba bien, si me gustaba. Y, claro que me gustaba.
Después de un rato lo único que quería era que el pibe volara de una vez y quedarme solo con ella.
Bajo por mis tetas hasta mi panza y de ahí hasta la concha. Me chupaba suave, me pasaba la lengua y yo que me moría, que no lo resistía.
Del pibe ya ni me acordaba aunque seguía detrás de mi.
Ella seguía alternando mi boca y mi concha, no paraba, no se detenía y así me hizo estallar mas de una vez.